29 de marzo de 2021

Se repite la historia de hace un año: familias buscan camas para pacientes por COVID-19; la red privada también está al límite

Fueron más de 24 horas de angustia, de dolor, de impotencia, de clamar por una ambulancia y por ayuda médica sin éxito para su padre, de 66 años, cuenta Xavier. Era el 25 de marzo de 2020, tiempo de confinamiento obligatorio y de toque de queda, que arrancaba a las 14:00, y los hijos de la pareja no hallaban la forma de movilizarse hasta la casa de sus progenitores. Insistían a las líneas telefónicas de emergencias y a las de hospitales privados y no les contestaban. Cuando llegaron su papá estaba en el piso, inconsciente. Fueron a tres clínicas privadas cercanas, norte de Guayaquil, y en ninguna lo atendieron. “Ni siquiera salían a las puertas de Emergencia… En una (por un contacto laboral) salió un doctor, lo vio en el carro y le dijo que se levante… como no se levantó nos dijo que no lo podía recibir, que todo adentro estaba lleno”.

El padre de Xavier murió sin recibir atención, al igual que miles de casos que al inicio de la pandemia en Ecuador no encontraban una cama ni siquiera en clínicas privadas. Todo el sistema de salud, público y particular, estaba colapsado. Luego el panorama fue cambiando.

Las UCI llenas, más listas de espera y atención hasta en área de cuneros ante aumento de casos COVID-19 en Ecuador

Pero ahora la situación se repite: familias recorren otra vez hospitales, públicos y privados, en busca de una cama en Cuidados Intensivos (UCI), pero están al tope y con listas de espera. Y las áreas de Hospitalización para COVID-19 van por ese camino, llenas y sin espacio en algunas localidades del país, donde tienen dificultades para derivar a ciudades vecinas o de referencia, como Guayaquil o Quito, por la alta demanda.

“Nos dijeron que había que esperar a que le den de alta a un paciente o a que fallezca uno para que lo puedan entrar a UCI”, sostiene Ana, quien el fin de semana recorrió hospitales privados y públicos en Guayaquil para traer a un tío que está internado en Balzar, Guayas.

Los casos de COVID-19 no paran de llegar a los hospitales en Guayaquil.

Solo hasta las 08:00 de ayer, 554 personas con COVID-19 en Ecuador estaban con pronóstico reservado, en las UCI, y 1.070 hospitalizados permanecían estables, según cifras del Ministerio de Salud (MSP), que muestran que los casos no paran. También iban 324.482 casos confirmados del virus con prueba PCR (sin contar los subregistros) y 16.738 fallecidos, entre confirmados y probables. El viernes 26, los muertos eran 16.632. Así, 106 personas más perdieron la vida en 48 horas.

Y como los contagios se han acelerado en las últimas semanas, las ocupaciones de las camas no disminuyen incluso en el sector privado, que también se ha visto afectado por estos ‘picos’ o repuntes, sobre todo después de los feriados.

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Y aunque al inicio hubo reclamos ciudadanos por la falta de camas hasta en los particulares y por los “elevados costos” de los tratamientos (un día en UCI sobrepasaba los $ 2.500), el sector hospitalario privado ha suplido la demanda de atención por COVID-19 que el Estado solo no puede cubrir.

Y lo han hecho, según sus representantes, “sin apoyo gubernamental” ni “presencia activa del Gobierno” en el manejo de la situación en todo este tiempo. La red privada atiende además a afiliados de la Seguridad Social (IESS) y a pacientes derivados del MSP.

“Fueron nuestras instituciones las que tomaron la batuta de afrontar esta situación(al principio de la pandemia) con nuestra infraestructura, recursos y aplicando los criterios que ahí se consideraban. De los hospitales privados de la asociación, muchos son de alta complejidad, de tercer nivel, y cuentan con áreas de Cuidados Intensivos (UCI) muy bien estructuradas y son las que más se demandan para pacientes COVID-19”, expone Raúl Alcívar González, presidente de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados del Ecuador (Achpe).

Una de las pacientes que el 14 de mayo del 2020 recibió el alta médica luego de superar el COVID-19. Ese día, Laura Rodríguez, de 89 años, fue despedida en medio de aplausos por personal sanitario del Hospital Alcívar de Guayaquil. Foto: Archivo

El gremio cuenta con alrededor de 55 instituciones particulares en el país, con y sin fines de lucro, incluyendo a unidades renales o clínicas de diálisis. Su mayor participación está en Guayaquil, la ciudad que al inicio fue la más golpeada por el COVID-19, ya que llegó de forma ‘silenciosa’ y se hizo ‘explosiva’ a los pocos días.

Solo en Guayaquil, la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados tiene 200 camas de Cuidados Intensivos y 1.200 camas en el área de Hospitalización, además de un promedio de 10.000 trabajadores del personal sanitario (médicos, enfermeras, terapistas, etc.). Y solo en primera línea de atención del COVID-19 están 2.500 empleados.

Al comienzo se destinaron más del 70% de las camas de Hospitalización para casos COVID-19 y un porcentaje mayor en las UCI, dice Alcívar. No podían asignar todo al 100% porque cubren también otras patologías como las cardiacas, pediátricas, obstétricas… Era tiempo de cuarentena obligatoria y de estado de excepción.

En la actualidad están llenas también las áreas que no son para COVID-19 y aquello les impide ampliar más espacios para atender solo a pacientes con el virus, afirman. El mes pasado, por ejemplo, tenían asignado el 45% de las UCI para COVID-19 y el 55% para las otras atenciones. Adicionalmente, la ocupación en UCI COVID-19 no ha bajado del 97% en las últimas semanas, pues ha subido y llega al tope.

Igual pasa con la ocupación en UCI para los no COVID-19, no baja del 68%. “Si llegase a desbordar (contagios por el virus) nos toca asignar lo que no es COVID-19, pero ya no hay mucho que no sea COVID-19”, decía Alcívar a finales de febrero.

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El presidente de la Achpe es además el director general del Hospital Alcívar. A esa dependencia privada llegó el 22 de febrero de 2020 la paciente que luego, el 29, sería considerada por las autoridades sanitarias ecuatorianas como el caso cero de COVID-19. La mujer, migrante ecuatoriana de 71 años, fue trasladada en una ambulancia desde Babahoyo, Los Ríos, hasta este centro porque no podía respirar. Tenía ya neumonía.

Luego los médicos que la atendieron sospecharon y dieron la alerta para que se le practique la prueba de COVID-19, que ante la insistencia, según Alcívar, la hizo el Ministerio de Salud, el ente que solo en ese entonces podía hacerla. Ya confirmado el virus, ella, que estaba intubada, fue trasladada (la madrugada del 29) al hospital público General Guasmo Sur, en el sur de Guayaquil, uno de los centros calificados en ese tiempo para atender exclusivamente casos de coronavirus.

Después de la ‘paciente cero’, los casos de COVID-19 llegaron sin parar a clínicas y hospitales particulares que tampoco se daban abasto al inicio y que colapsaron, realidad que ahora temen que se repita ante el aumento acelerado y sostenido de los contagios en Ecuador.

En la red privada también se han realizado adecuaciones y se han destinado espacios solo para pacientes con coronavirus. En el hospital Alcívar, por ejemplo, hay un área exclusiva para pacientes COVID-19 en Hospitalización y en Terapia Intensiva. Ahí, todo el primer piso es solo para COVID-19. Aquello permite aislar ese pabellón del resto del hospital, refiere Alcívar. Pero más ampliaciones en la red privada se ven ya limitadas porque han llegado a su punto máximo, refieren sus representantes.

En hospitales y clínicas privadas también se atienden pacientes afiliados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y aquellos que son derivados del Ministerio de Salud Pública (MSP). La red privada también se ha visto al tope con casos de COVID-19. Foto: Archivo

“El mayor problema que tenemos en estos momentos es que la zona COVID-19 está ocupada, no podemos asignar más para COVID-19, porque la zona no COVID-19 también está ocupada, a diferencia del año pasado donde la zona no COVID-19 no estaba ocupada porque había una cuarentena y un estado de excepción vigente. El reto en estos momentos es cómo logramos conjugar las dos áreas que están al máximo prácticamente y poder seguir atendiendo más casos de COVID-19 que se presenten”, indica Alcívar.

Actualmente, autoridades municipales y provinciales en el país endurecen sus medidas para tratar de frenar esta nueva arremetida del COVID-19.

554 pacientes graves o con pronóstico reservado por el COVID-19 tenía ayer Ecuadorhasta las 08:00, según el MSP.

324.482 contagiados oficiales con el virus desde el inicio de la pandemia hasta las 08:00 de ayer registraba el país.

La pandemia a inicios del 2020

“Tuvimos un colapso sanitario definitivamente (al inicio en el 2020), se excedió nuestra capacidad de atención durante el pico, a finales de marzo, pero eso fue paulatinamente controlándose y pudimos atender de mejor manera. Hay que tener en cuenta que no solamente el contar con un ventilador respiratorio o una cama es suficiente para atender a un paciente con COVID-19, se necesitan otros recursos, por ejemplo, el humano que es fundamental y también eso era una limitante, no solamente era la limitación de espacio físico sino también la del recurso humano, que nos limitaba y no podíamos brindar atención a toda la gran cantidad de pacientes que demandaban nuestros servicios (en esos momentos)”, manifiesta Raúl Alcívar González, presidente de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados del Ecuador (Achpe).

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Los médicos trataban incluso de ayudar por teléfono a los pacientes que no encontraban camas en los hospitales, mientras doblaban turnos ante la falta de personal médico que se enfermó o que no quiso ir en esos días por temor, cuentan galenos consultados por este Diario.

“El problema era que la UCI estaba saturada y necesitábamos más espacios, porque el posoperatorio se hizo como una Unidad de UCI de Cuidados Intermedios y la Emergencia también se hizo para tratar pacientes que estaban como Cuidados Intermedios (por COVID-19)”, recuerda un clínico intensivista de una clínica privada.

Carmen, de 55 años, fue otra de las mujeres que en esos días buscaba desesperada una cama para su padre, de 72 años. “No encontré en ningún lugar y movilizarse era un calvario. Gracias a Dios un vecino, bien amigo de mi papá, nos ayudó a llevarlo… fuimos de hospital en hospital y nada, todo lleno… Regresamos a la casa… después murió”, expone. (I)

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